domingo, 2 de diciembre de 2012

Hola, monstruo.

No sé por qué hago esto. Lo dejé hace como dos años; cuando todo se empezó a acomodar en mi vida, en esto que puedo llamar alma. Dejé todo este entorno enfermizo que formé cuando llegó. (Estuve a punto de escribir 'llegaste', y me enferma la mera posibilidad de que esté haciendo esto como una forma imposible, IMPROBABLE, de hacerte llegar todo lo que no puedo face to face. Porque mis lágrimas patéticas son inútiles, mis palabras también. Todo es inmensamente inútil contigo).-
Se presupone que yo estaba bien. Que ya no necesitaba esto; se suponía que podía remarla bastante bien, llorando un poco cada una o dos noches, y escribiendo estupideces inútiles en el diario ese hijo de puta que llevo para todas partes como una psicótica regresada a los dos años que no puede vivir sin el peluchito que le regaló la tía abuela o quien carajos sea.
Yo podía con esto. Yo era fuerte. No importaba el peso, no importaban las dudas, no importaba si tenía que hacer ejercicio y no lo hacía. No importaba el hecho de que era una sedentaria de mierda sin ningún aporte a su propio cuerpo. (obvio que delgada, para qué aclarar, que las calorías las seguía contando aunque ya no vomitaba ni hacía ayunos. Desarrollé mis matemáticas asombrosamente con la puta obsesión de la cuenta calórica diaria).
No importaba nada de esto. Porque era feliz. Ignorante, idiota, con unos cuernos tan grandes que parecía milagro puro que pudiese pasar por la puerta. Con empujones y un par de bofetadas a cuestas. Tratada como la segunda, pero era feliz.
Empiezo a preguntarme cuál fue mi estado más enfermo: antes, durante o ahora, después de todo eso.
No estoy segura de por qué hago esto. Sé que el diario no me sirve por ahora, últimamente los pensamientos me salen como gritos en la cabeza y aunque intente, no quieren ser ordenados, ni clasificados para ser bien escritos. Quieren salir y a la mierda todo. La brea se me desborda de la cabeza y la mano no me alcanza a escribir. Siento que siempre me queda algo de esta brea putrefacta en la cabeza, algo de esta locura, de este monstruo que sale un momento de su jaula, que es libre, que me libera a mi de su espantosa presencia durante unos minutos al menos, mientras escribo.
Sé que podría escribir esto en un bloc de notas y dejarme de joder con esta idea trillada del blog de TCA, delirios adolescentes y todo el cuento. No sé por qué le di click al Crear blog. Creo que una parte de mi (lo que queda de cuerda, el instinto de supervivencia absurdo que todavía flota por ahí, los restos de mi autoestima...¡Vaya uno a saber!) se dio cuenta de que necesito ayuda. No sé de qué tipo. No sé si es atención, mimos, un "Imbécil, hacé algo de tu vida, hay hambre en África, guerras, pobreza, matanzas, y vos acá con las teclitas, ESTÚPIDA".
No es una introducción muy prometedora. No, no pretendo hacerme la víctima. Simplemente, me quebré. Y la concentración de alprazolam está disminuyéndose en la sangre. Ya no estoy tranquila.
Ya no tengo paz. Y no puedo dormir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario